MI DERECHO, MI SALUD: LEMA 2024, DÍA INTERNACIONAL DE LA SALUD

Cada año, el 7 de abril la Organización Mundial de la Salud (OMS) señala un lema que refiere a la problemática a ser abordada. Para el 2024, se parte de la preocupación por el derecho a la salud de millones de personas que está cada vez más amenazado por todo el mundo, al igual que las enfermedades y los desastres acechan amenazadoramente como las principales causas de muerte y discapacidad, entre otros, por lo que se definió para esta gestión «Mi derecho, mi salud».

En este contexto, partimos que en principio refleja el derecho humano a la salud, esto indica que cada persona tiene derecho a mantener o mejorar su salud física, mental y emocional. En muchas ocasiones, se distorsiona el concepto de salud con belleza, o peor aún, se antepone la belleza a la salud. Es así que, en esta ocasión, pasamos por un tema que generalmente es olvidado, y erróneamente alejado de la estética, como es la disbiosis intestinal.

La Disbiosis intestinal es una alteración en la composición y/o funciones de los microorganismos que habitan en la piel y tapizando el interior de los intestinos. Esta condición puede ser ocasionada por diferentes factores y generar trastornos digestivos, inflamatorios  pérdida de agua  y afectar negativamente a la piel. En este contexto, tomamos el tema a bandera del tema designado por la ONU, puesto que con atención médica adecuada y oportuna, información de alimentación y la suplementación precisa, este mal puede ser tratado restaurando el equilibrio de la microbiota intestinal.

MICROBIOTA Y BENEFICIOS

La microbiota intestinal es un conjunto de microorganismos vivos presentes en el tubo digestivo, que puede afectar los procesos biológicos a través de varios mecanismos. Una comunidad de microbiota saludable a menudo demuestra una alta diversidad taxonómica, alta riqueza de genes microbianos y una microbiota central estable.

Cada persona tiene una red de microbiota única que está determinada originalmente por su ADN. La microbiota estimula el sistema inmunológico, descompone compuestos alimentarios potencialmente tóxicos y sintetiza ciertas vitaminas y aminoácidos, incluidas las vitaminas B y la vitamina K. Por ejemplo, las enzimas clave necesarias para formar vitamina B12, sólo se encuentran en las bacterias. La microbiota de una persona sana también brindará protección contra organismos patógenos que ingresan al cuerpo, por ejemplo, al consumir agua o alimentos contaminados.

En este contexto, es importante la administración de probióticos y prebióticos para restaurar la disbiosis microbiana y mantener el equilibrio microbiano intestinal al ocupar el tejido del huésped y prevenir la colonización de bacterias patógenas. Amplias investigaciones han indicado el mecanismo potencial de los probióticos en el tratamiento de enfermedades, incluidas las diferencias en diversas cepas de probióticos y el sistema inmunológico de las mucosas, la regulación del metabolismo de la persona o la alteración de la función neuromuscular intestinal. Sin embargo, los datos clínicos son insuficientes para respaldar su función.

Asimismo, los prebióticos se utilizaron originalmente para estudiar el efecto estimulante de los probióticos. Los prebióticos más conocidos son la inulina, los fructooligosacáridos (FOS), la lactulosa y los galactooligosacáridos (GOS). Los prebióticos se utilizan principalmente para modular las cepas de Bifidobacterium y Lactobacillus , que producen ácido láctico y acetato, y para mantener la salud del huésped mediante la fermentación de prebióticos. Los estudios han confirmado que la ingesta de prebióticos puede estimular el enriquecimiento selectivo de probióticos en el tracto intestinal, regulando así la respuesta inmune y previniendo patógenos. Algunos estudios básicos han confirmado que los prebióticos pueden inhibir la colonización de patógenos imitando glicoconjugados de microvellosidades, e incluso actuar directamente sobre el tracto intestinal para regular la inmunidad.